No hemos olvidado vuestra sección DIY y seguimos ampliando nuestro círculo de colaboradores. El objetivo es acercar a nuestros lectores la información más valiosa, más allá de titulares y noticias interesadas o pretenciosas. ¿Qué es lo que nos interesa? Contar tu experiencia, como ex fumadora/a, como vapeador/a, o sencillamente como observador/a. Tu testimonio, tu consejo, tu duda, o ese truco que utilizas para dar más vida a una pieza, para crear un sabor personal con nuestras esencias, o para no quedarte sin batería… 😉 Estamos encantados de escucharte y queremos crear un tejido de colaboración entre todos.
Por eso, rápidamente nos hemos puesto manos a la obra para compartir con vosotros este irónico relato que nos ha enviado Roberto Walker Diéguez. Seguro que os va a sacar una sonrisa mientras despeja en cierta medida la incertidumbre que provoca adentrarse en un hábito nuevo. ¡Vamos allá!
Llevaba un año queriendo dejar de fumar tabaco y no por los silbidos ocasionales de mis bronquios al acostarme, ni por las manchas amarillas que han ido decorando mis dientes. Tampoco por el olor que impregna todo cuanto toca y que suele ser desagradable para el no fumador. Llevaba queriendo dejar de fumar tabaco por el costo que ello representaba, también porque me toca la moral (para ser políticamente correcto), tener que depender de algo, estar enganchado… La adicción me desagrada. Quiero fumar por decisión, no por necesidad. Y eso queridos amigos es algo que me había sido imposible conseguir.
Ante esta situación había optado por dejar el vicio de golpe y de forma gradual… Varios intentos y varios fracasos. Luego, gracias a Twitter y a una buena amiga que trabaja en Essenz, compré uno de sus cigarrillos electrónicos para ver si podía sustituir un vicio por otro.
El procedimiento fue sencillo, usaba el ecig en sitios confinados y el tabaco en zonas abiertas. ¿Resultado?, ya no tenía esa ansiedad por «salir a fumar». Para quien no lo sepa «salir a fumar» es ese acto gregario de fumadores confesos, que consiste en darle 10 caladas al cigarrillo de forma apurada y desesperada en los portales de los edificios. Cuando la realidad es que con solo dos caladas ya están realmente satisfechos, pero… que se fuman hasta el filtro por pena de lanzar al suelo o apagar en el cenicero un cigarrillo a medio consumir. Como si el cigarrillo los viera con cara de pena y les dijera sollozando… ¡¡fumadme por favor!! ¡¡fumadme!!.
La estupidez en este punto de mi experiencia era completa. Porque ahora tenía aparentemente dos vicios en vez de uno. Eso significaba cargar con cajetilla de tabaco, mechero y el ecig, además de lo de siempre… las llaves de casa, del coche, del trabajo, el móvil, la pda, etc. Y obviamente pagar también por partida doble. Tonto de los que entrenan sería una buena expresión para definirme en ese momento de mi vida. Aunque después de unos días me di cuenta de un detalle especial… Fumaba el tabaco porque «lo necesitaba» y el ecig porque me faltaba el tabaco. Pero no fumaba el ecig porque tuviera adicción a él. Esto, que para muchos podría ser una tontería, me otorgó la solución a todos mis males. Fue la pieza que faltaba del rompecabezas, la piedra filosofal, el santo grial… Si puedo calmar mi ansiedad de tabaco con el ecig y el ecig en sí, no me produce adicción, esto quiere decir que dejando de comprar tabaco puedo usar solo el ecig y cuando se me pase el mono, que en mi caso fue una especie de orangután de los grandes y con «mu mala leshe», voy a poder vapear solo cuando lo desee! ¡¡Porque ya no voy a necesitar hacerlo!! ¡¡No voy a necesitar fumar!!!
Y así fue… Ahora vapeo simplemente cuando me provoca o «en caso de emergencia», (cuando en una situación difícil mi cerebro me pide encender un pitillo o una cajetilla entera).
La tos de enfermo pulmonar terminal me ha abandonado. Luego de una buena limpieza dental mis dientes agradecidos retoman su color original y lo mantienen. Me ahorro una buena cantidad de dinero al mes. Puedo, si quiero, fumar donde me apetezca. No ensucio con ceniza, ni quemo los asientos del coche. No dejo todo apestando a tabaco y lo mejor de todo, no estoy preso por la adicción y me demostré, que SI podía conseguirlo.
Según mi punto de vista, todo es ganancia. Yo lo usé de esta manera. Eso no quiere decir que va a funcionar igual para todos, pero puedo decir muy satisfecho que para mí, fue y es, algo realmente espectacular. ¿Mi recomendación? En caso de emergencia no fumes, ¡vapea!